El diario de un escribano en el palacio del rey Tzuzak VII.
Con las hordas de orcos en nuestras tierras, muchos de mis colegas han retirado a sus tropas de las fronteras y abandonado las tareas de patrulla para fortificar sus ciudades. Solo yo y algunos otros aún mantenemos alguna forma de patrulla. Parece que debido a la falta de resistencia, los orcos deambulan con bastante libertad en nuestras tierras.
Irónicamente, el llamado a las tropas parece haber llevado la peste a las fortalezas. El refuerzo en realidad se convirtió en debilitamiento de posiciones. Cuando el emperador se entere de esto, estoy seguro de que rodarán cabezas. Sin ninguna fuerza para restringirlos, las hordas de campesinos infectados huyen de sus aldeas y propagan aún más la plaga. Por todo lo que puedo decir, la peste se ha extendido por todas partes e incluso las fortalezas ya no están a salvo.
Creo que una vez que los orcos se retiren, tendremos una gran tarea de reconstrucción en nuestras manos. Con el evidente fracaso de ciertos gobernadores, ganaré más poder e influencia. Tal vez incluso pueda convencer al emperador de fusionar algunas de las provincias limítrofes con las mías.