El diario de un escribano en el palacio del rey Tzuzak VII.
Los gobernadores locales del norte me informaron que no podrán enviar tropas adicionales para ayudar con nuestro problema de orcos. Afirman que los enfermos amenazan con invadir sus fortalezas con la esperanza de encontrar alguna cura o alimento allí. Por lo tanto, necesitan de todos los hombres a su disposición.
Reuniré a los guardias locales que ahora están en camino para detener la propagación de la plaga quemando aldeas infectadas y unirme a ellos con mis soldados restantes. Considerando nuestro poder y experiencia, los asaltantes orcos no son, por supuesto, una amenaza.
Tomaré el rechazo del apoyo como una oportunidad para demostrar mis habilidades estratégicas y logísticas superiores. No ha habido ninguna batalla gloriosa durante décadas. Aunque temo que los informes de campesinos en pánico exageren el número de orcos, todavía hay esperanzas de que sean suficientes para darles algo de ejercicio a mis soldados.
El capitán de la patrulla fronteriza local ha permanecido en silencio durante bastante tiempo. Supongo que todavía está descubriendo cómo explicar que había dejado escapar a algunos de los orcos. No aceptaré la aniquilación de sus filas debido a la plaga como excusa. La plaga es algo con lo que todos tenemos que lidiar. Incluso es posible que uno de mis rivales le haya pagado por su falta de atención con la esperanza de interrumpir mi control de mi provincia en estos tiempos difíciles. Creo que será la decisión más sabia que el capitán sea ejecutado tan pronto como haya lidiado con los orcos.