El diario de un escribano en el palacio del rey Tzuzak VII.
No soy más que un viejo lagarto y siento que se acerca mi hora. Ya no voy a mudar mi piel, esta vez será todo mi cuerpo. Nunca fui demasiado religioso, pero cuando la muerte llama a tu puerta, tu actitud cambia y tu perspectiva cambia.
He visto mucho en mi larga vida. Trabajé muchos años como escriba en el palacio del rey Tzuzak VII hasta que caí en desgracia debido a una intriga que algunos altos funcionarios se jugaron entre sí. En retrospectiva, creo que fue lo mejor que me pudo haber pasado. No solo encontré una tranquilidad y paz nunca conocidas en mi nueva vida, sino que también me salvé de los grandes cambios que dieron un vuelco a todo el reino.
En mi reclusión, no solo la plaga me pasó sin causar ningún daño, también me perdí la llegada y el surgimiento de los reyes dragones. Por supuesto que había leyendas sobre dragones, pero nadie había visto ninguno en los últimos miles de años. Desde su llegada hace unos años, solo he visto a algunos de ellos desde lejos, pero puedo imaginar el asombro que están causando en cada ser que los enfrenta. Escuché muy poco sobre los cambios que vinieron junto con ellos. No puedo decir que sea malo que Tzuzak haya dado un paso atrás para obtener un nuevo regente. Por lo que he oído, los reyes dragones no son mucho peores que los burócratas que los precedieron. Lo que más me preocupa es el cambio que se dió en la tierra.
Quizás necesites ser tan viejo como yo para notar este cambio. Cada uno de los jóvenes a quienes intenté advertir sobre los cambios, simplemente se encogió de hombros. Pero puedo ver que están allí. Veo que los campos rinden menos cada año, las plantas y los animales crecen en formas y colores extraños y poco saludables, lo cual empeora cada año. La fuente de todo esto parece estar en algún lugar del norte. Me temo cómo se verá la tierra en unas pocas décadas. Por desgracia, no estaré allí para presenciarlo.