Zathroth observó el progreso de la creación con ira y asco. Si se hubiera salido con la suya, habría borrado la creación en ese momento. Sin embargo, sabía que carecía del poder para hacer eso, especialmente porque Fardos y Uman ahora eran conscientes de sus intenciones y lo observaban cuidadosamente. Tendría que recurrir a otros medios para arruinar la creación. Fue por esta razón que observó el concepto de vida con gran interés, porque pudo ver con bastante claridad que se podría hacer mucho daño. Por mucho que detestara a la mayoría de los dioses que habían sido creados, había uno que había llamado su atención. Los instintos básicos de Fafnar y sus poderes destructivos no dejaron de impresionarlo, por lo que se le ocurrió un plan. Él la halagó con cumplidos y en poco tiempo logró seducirla. Así se concibió Brog, el titán furioso. Una abominación extremadamente fea que solo tenía un ojo en su enorme cabeza, Brog había heredado poco de la astucia de su padre y nada de su precaución, sin embargo, era fuerte y feroz, y el furioso calor de su madre ardía salvajemente dentro de él.
A medida que crecía, a Brog le dolía el fuego que ardía dentro de él, hasta que un día, cuando se volvió insoportable, convocó a todos sus poderes mágicos y lanzó la mayor cantidad que pudo de llamas dolorosas al mundo. El fuego abrasador se mezcló con su ira, y de él surgió Garsharak, el primer dragón, que más tarde engendró una raza entera de lagartos gigantes inteligentes, una raza que eventualmente traería terror y caos a Tibia. Brog observó a la terrible criatura que había creado accidentalmente, y se alegró al ver cuán feroz y poderoso era. Aunque era bastante estúpido, él también tenía el don de crear vida, que en un acto de vanidad que luego utilizó para crear los cíclopes a su propia imagen.
Zathroth observó los experimentos de Brog con gran interés. Hasta ahora no había tenido a su hijo en alta estima, pero aquí había algo para lo que él mismo tenía poco talento. Como él no entendía las leyes de la vida, sabía que el regalo de Brog podría ser una gran ventaja. Llamó a su hijo y le dijo que continuara con sus experimentos, instándolo a crear algo más aterrador y destructivo que los cíclopes. Aunque estos gigantes eran feroces y fuertes, no eran tan destructivos como él quería que fueran. De hecho, debido a su amor por la minería y la herrería, los cíclopes eran una raza creativa más que destructiva. Peor aún, no se propagaban lo suficientemente rápido como para convertirlos en una amenaza real para la creación. Por esta razón, Brog pasó a crear trolls y goblins, razas que eran más débiles que los cíclopes, pero que se propagaban mucho más rápido. Sin embargo, su obra maestra indiscutible eran los orcos, una raza de guerreros temibles y resueltos que solo vivían para expandirse y conquistar. Pronto se habían extendido por toda Tibia, y eran el tormento de todo lo que estaba vivo.